Caso XXV: Tres minutos de color

Título: Tres minutos de color
Autor: Pere Cervantes
Editorial: Alrevés

Por algún motivo Barcelona parece ser el mejor escenario para situar una trama policial en España. Si tantos autores lo piensan, no será La Torre del Crimen quien les lleve la contraria.

Por eso, volvemos a la ciudad condal para descubrir una de las obras de Pere Cervantes, experimentado policía especialista en delitos informáticos y aficionado — si es que se le puede llamar así a alguien que ha publicado 9 novelas — a escribir literatura noir.

En este caso nos presenta a Coque Box, un inspector acromatópsico (es decir, que solo ve en blanco y negro) que comienza a investigar la desaparición de su compañero de trabajo y que, de pronto, se descubre renunciando a su escepticismo para investigar en lo más profundo de los fenómenos paranormales.

En Tres minutos de color, Pere Cervantes se la juega. No sólo introduce elementos esotéricos en algo tan científico y preciso como es una investigación policial, sino que retuerce las palabras y la trama para dar bruscos giros de guión a una historia muy poco convencional.

Promete ser un soplo de aire fresco. Algo diferente. Sorprendente.

Pere: compites con Fred Vargas, lo tienes difícil. Esperemos que no nos defraudes.

El próximo 1 de octubre, a las 20:00 en Berbiriana comentaremos el resultado.

978841632890

Caso XXIV: Conclusiones

El veneno de la araña reclusa, lejos de intoxicarnos, nos ha devuelto la esperanza en el género. En una de las reuniones con más asistencia que se recuerda, vivimos una situación que llevaba tiempo sin producirse: hubo quorum a favor de Cuando sale la Reclusa.

A decir verdad a una persona no le convenció: le pareció que la trama no era verosímil. «Ni lo pretende, por eso nos encanta», respondimos el resto.

La elegancia en la escritura nos ayudó a olvidar lo poco riguroso de la investigación. Estábamos demasiado ocupados intentando comprender las burbujas de protopensamientos — a nuestro juicio excesivas — del comisario Adamsberg; en preocuparnos por la salud de los mirlos de la brigada y en proteger a Retancourt de su propia coraza.

Historias dentro de historias que, convenimos, provocaron que la trama nos atrapara como a las propias reclusas medievales.

En cuanto al final, arrollador. Aunque confirmó las sospechas de la mayoría de nosotros, nos pareció lo más coherente para la historia y nos planteó un dilema moral que no fuimos capaces de resolver. O sí.

Este agosto junto a Fred Vargas hemos aprendido que nunca hay que desatender una picadura. Hay que rascarla hasta final, hasta hacerse sangre.

Y así lo haremos. Porque, a nosotros, la sangre nos encanta.

LTdC.

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